jueves, 21 de agosto de 2008

Subterfugio




Image (c) James Booth. Source: http://www.pbase.com/jamesbooth/image/70323450

De origen latino. Subter = por debajo. Fugium, de fugio = huida. Es decir, escaparse por debajo. La imagen latina es lo suficientemente buena. Sobran las palabras.


Un subterfugio no es lo mismo que una mentira. Tampoco una mentira (ni un subterfugio) son una falsedad, ni mucho menos una falacia o un engaño.

Ni que decir que nada de lo anterior es igual que el disimulo, ni una invención, ni una farsa, ni un timo, ni un cuento chino, ni tampoco una quimera, o una desvirtuación (intencionada o no) de la realidad... y mucho menos una manipulación de los hechos.


Sin llegar a mentir, podemos embaucar, falsificar, falsear o (si queremos) también alterar o adulterar la verdad.

Dicen que en la lengua de los esquimales hay setenta palabras para indicar los matices diferentes de la nieve... Ciertamente, el latín es y ha sido siempre lengua de tribunales...




Tagore, The Gardener, 5




La versión inglesa de Yeats. Me impresionó. Lo he traducido al catalán.

No me ha acabado de gustar la experiencia de traducir un texto así: cuando he vuelto a leerlo (el original de Yeats), ya no lo he sentido tan vivo...



***
Estic inquiet, assedegat de coses llunyanes. La meva ànima s’envola, tot desitjant fregar la vora de la subtil distància. Oh, Més-enllà, el so agut de ta flauta em crida. Oblido, oblido sempre que no tinc ales per volar, que estic amarrat a aquest sòl per sempre més.

Estic impacient i alerta, un estrany en terra entranya. El teu alè em ve a trobar, a murmurar-me a l’oïda una esperança impossible. La teva llengua és coneguda pel meu cor com la seva pròpia. Oh, Llunyà-de-buscar, el so agut de ta flauta em crida. Oblido, oblido sempre que no conec el camí, que no tinc el cavall alat.

Estic apàtic, un vagabund en el meu cor. En la calitja de les calmes hores assolejades, com n’és de gran la visió de Tu que pren forma en el blau del cel! Oh, Indret-més-remot, el so agut de ta flauta em crida. Oblido, oblido sempre que les portes són tancades pertot a la casa on visc tot sol.



***
I am restless. I am athirst for far-away things. My soul goes out in a longing to touch the skirt of the dim distance. O Great Beyond, O the keen call of thy flute! I forget, I ever forget, that I have no wings to fly, that I am bound in this spot evermore.

I am eager and wakeful, I am a stranger in a strange land. Thy breath comes to me whispering an impossible hope. Thy tongue is known to my heart as its very own. O Far-to-seek, O the keen call of thy flute! I forget, I ever forget, that I know not the way, that I have not the winged horse.

I am listless, I am a wanderer in my heart. In the sunny haze of the languid hours, what vast vision of thine takes shape in the blue of the sky! O Farthest end, O the keen call of thy flute! I forget, I ever forget, that the gates are shut everywhere in the house where I dwell alone!

martes, 5 de agosto de 2008

La enfermedad del divino Odiseo


Sin duda es una de las figuras más queridas, más seductoras de toda la humanidad, nuestro Ulises, Odiseo, el viajero, el astuto, el divino sufridor.


Homero llama con diversos nombres al héroe: "polymêchanos", el de múltiples engaños; "políporos", el de muchas salidas; "polýtlas", el que pasa por muchos sufrimientos...


En Odiseo, todo es "poly-", todo es múltiple, mucho, vario... Nada es suficiente para este héroe que tardó diez años, conoció todas las costas y dio la vuelta al mundo conocido para volver a su casa.


Ulises anda perdido por el mundo, insaciable de novedad. Perdido hacia afuera, entre cíclopes, mujeres y dioses; insaciable también su ingenio, su curiosidad, su única arma y su eterna huida. Su manera de ganar las batallas nunca es directa y nunca heroica... lo convencional, lo heroico, lo directo, no son para Ulises. Incluso quien escucha sus sufrimientos lo hace con una sonrisa en los labios, esta misma sonrisa que el viejo truhán arranca de todo aquél que, desde el inicio hasta hoy, lo acompaña en su viaje.


La fantasía de Ulises es inagotable, como sus recursos, y tan absorvente, que lo atrapa a él mismo y a quienes están a su alrededor. Quiere volver a casa, sí. De verdad, esto es lo que quiere; pero ¿qué dios infuriado se le ha puesto en contra, obligándolo a navegar, navegar siempre, y llevar a los suyos de puerto en puerto, de aventura en aventura, en un viaje siempre nuevo, siempre excitante... y siempre en pos del regreso?


Y regresa, sí, pero regresa solo: ha perdido a todos sus compañeros por el camino. Los primeros, víctimas del castigo divino por haber profanado las vacas del dios Sol. Algunos, devorados por el cíclope al que él se acerca; otros, convertidos en animales por una maga encantadora. Unos más, ahogados en naufragio, causado por su empeño por cruzar los escollos de las Caribdes...


Detrás de Ulises, quedaron su hijo y su esposa, esperando, armados sólo de esperanzas, el regreso de aquél hombre, el único hombre, que habían conocido,


...y que en aquel momento, vive víctima inocente de un hechizo de olvido con el que otra maga, Calipso, le ha capturado... hasta que finalmente puede más el hastío por su feliz inactividad que los poderes de la ninfa siempre joven.


... Y dicen que Odiseo, habiendo regresado a casa y recuperado su trono, tras una corta estancia en Itaca, dejó de nuevo a su paciente esposa, volvió al mar, a su medio, y de allí, tal como había predicho el adivino Tiresias, le sobrevino la muerte.
Imagen: Claude Lorrain, "Départ d'Ulysse du pays des Phéaciens". Paris, Louvre

viernes, 1 de agosto de 2008

Cambiar

'Cambio' es una palabra difícil de trazar. Tal vez, porque el cambio está tan íntimamente tejido con el mundo que es imposible salirse de él y ver de donde viene. Siempre está, siempre se ha dado y sin él nada sería algo. Es la única constante - a veces puede parecer, la única verdad.


"cambium" nos da cambiar, canvi, changer, to change, etc. En España, "cambio" nos vino de los franceses, como tantas cosas en nuestra historia...
Y aquí se acaba el trazado seguro: ya no podemos trazar un camino hacia atrás en línea recta...


Algunos defienden que 'cambium' en latín proviene de una raíz gala, *cambion. Esta raíz es a su vez oscura, difícil de trazar...


Puede remontarse a la raíz *kamb- que ha dado frutos en lenguas indoeuropeas. *kamb- significa torcido, torcer... ¿Hacer un giro, un cambio? Lo curioso es que aquí también se pierde la pista...El mismo *kamb- es misterioso, porque su estructura (con una /b/, una /a/ en su cuerpo) no parece ser originaria de las lenguas indoeuropeas, sino un préstamo de un sustrato más antiguo.


Sea como sea, *kamb- estaba allí desde el principio. Es oscuro, torcido, y va más allá de la memoria de lo que es.


Así también, el cambiar siempre ha estado allí, y nos es tan íntimo que es imposible de ver hasta que ha dejado de serlo.


lunes, 21 de enero de 2008

Texto

Imagen: mek.oszk.hu/02400/02497/html/o.htm

Palabras:

‘Rapsoda’, griego rápsodos, formado por ráptô, "coser" y ôdê (aoidê), "canto", es decir, “coser un canto”.

‘Texto’, del latín textus, participio de tego, “tejer” – podríamos hablar de la “textura” de un texto escrito…

Si nos remontamos más en su raíz, la palabra latina tégo, que significa también “construir”, proviene de la raíz indoeuropea *teg-, de la que desciende, en griego, teúchô. De aquí: téchnê, “arte” o en derivado, “técnica”. Téchnê es, literalmente, el “arte” de construir algo.

Construir (o tejer) un texto es un arte en el sentido antiguo de la palabra – más cercano a significar “oficio”. Es algo que aprendemos a hacer, y como un buen oficio, es un aprendizaje que puede durar toda una vida.

Los rapsodas cosían entre sí las palabras y las fórmulas de los poemas, tejiendo tapices como el que Penélope hilaba y deshilaba a la espera del retorno de su Odiseo.

jueves, 17 de enero de 2008

Etimologia

del griego étymos ("verdad") y légo ("decir"); es decir, "decir la verdad", o, mejor "lo que de verdad nos dice". En cierto modo, buscando etimologías, a menudo nos estamos preguntando "¿Cuál es la verdad en esta palabra?" - como si las palabras, igual que las ostras, tuvieran que contener una pequeña perla de la gran verdad...
La verdad no está en las palabras, y muy a menudo su sentido se ha desvinculado de su origen: de aquello que originalmente indicaron. Pero aun así, las palabras son como los cajones viejos: el que rebusca en ellas se encuentra a veces con un pequeño objeto de sentido, con una antigua relación que las personas dejamos atrás. Y muy a menudo, estos pequeños hallazgos son, si no verdaderos, hermosos.

Foto: www.yale.edu/anthro/biolab/pages/drawer_JPG.htm

miércoles, 16 de enero de 2008

Desierto

Desierto, del latín de-sertum, muy posiblemente "[tierra] no sembrada'.

Esta palabra nos recuerda la fuerte relación de las primeras poblaciones indoeuropeas con la agricultura: la gente se movía a aquellos parajes en los que se podía sembrar para procurarse el sustento. Que un paraje que no estuviera sembrado, en la cabeza de nuestros antepasados, automáticamente se igualaba al hecho de que no estuviera habitado.

Hasta los días de nuestros abuelos, la vida del campo era parte de nuestra manera de ver el mundo y de entender la sociedad. Hoy, en las grandes ciudades indoeuropeas, la agricultura ha desaparecido: ha sido sustiuída por la comunicación. Aún así, el "desierto" no se ha desvanecido, sinó que se hace presente - ya no como algo "estéril", "donde no se ha plantado", sino más bien con un significado de "silencio".