martes, 30 de septiembre de 2008

Servicio


"Servicio", del latin Servitium (pariente del más clásico servitudo). Como se ve, emparentado con Servus, "esclavo".

En griego, la palabra thérapôn, de donde 'terapia', está atestiguada desde los textos homéricos. En ellos, un thérapôn era un criado, un chico que sostenía las armas de un guerrero, se cuidaba de sus caballos, de su tienda... de todo lo que a éste le permitía concentrarse sólo en entrar en combate. Con el tiempo, entre los griegos, thérapôn pasó a significar más ampliamente un 'cuidador', como es el caso de un médico que, no lo olvidemos, en la antigüedad era una profesión en la mayoría de las culturas desempeñada por esclavos o sirvientes.

En el corazón de la palabra 'servicio', asi como en el de 'terapia', veo un significado muy profundo: el del esclavo que se olvida de sí y de lo suyo para ponerse a disposición del otro, para lavar los pies o cuidar al otro para que pueda volver a afrontar el combate.

Desaforunadamente, a menudo profesionales del servicio y de la terapia (médicos, por ejemplo), olvidan en qué lado del pedestal se encuentran, poniendose por encima de sus pacientes (quienes, como sugiere la palabra, realmente "los sufren") y muy a diferencia de sus antepasados, incapaces de escucharlos, los juzgan según su propio ego y no por lo más importate: la necesidad con la que el otro acudió a ellos. Sólo es, claro, una opinión.

El servicio de verdad tiene para mí auténtica mentalidad servil. Es selfless o "ausente de sí". Cuando sirvo, yo debo escoger a quién sirvo: si a mi ego o a la persona que tengo delante.

Imagen: mural.uv.es/dosagar/romana.htm

martes, 16 de septiembre de 2008

Amigos


De entre las muchas definiciones de amistad, la de Pitágoras es una definición matemática.

En efecto, para los pitagóricos, dos números eran amigos cuando la suma de los divisores de uno (es decir, los números que lo componían), sumados, daba en total el otro número.

Así, 220 tiene como divisores 1, 2, 4, 5, 10, 11, 20, 22, 44, 55 y 110, que suman 284; y 284 tiene 1, 2, 4, 71 y 142, que suman 220.

Dos son amigos cuando la suma de aquello de lo que uno se compone es el otro.

Tal vez no todo lo que nos compone, pero sí lo fundamental: cuando sabemos de corazón que aquella chispa del fuego divino que nos habita es exactamente la misma, y o otra, que la que habita en el otro. El resto son números.

imagen: http://www.mlahanas.de

Caridad


Del latín caritas, claro.

La palabra latina 'Caritas' es exacctamente lo que parece, y al mismo tiempo, va mucho más allá, como la propia caridad.

Caritas es un dervado de 'carus', "querido, amado", o también "amigo". Así, caritas es hacer de alguien (normalmente, un desconocido) un amigo, un alguien próximo. Tanto en caritas como en carus no es tu o yo, sino que son dos los que intervienen.

Más aún, carus es un término antiquísimo, ancestral. Tal vez bebiendo de la fuente de *kar- , una raíz indoeuropea cuya forma breve, *kr, nos ha dado, por *krd, certus, cierto, y aun más: la palabra corazón: kradiê en griego, el germánico Hart, cor en latín, hridaya en sánscrito...

... y kar(uo?) era una palabra sagrada para los celtíberos: frecuente en las tablillas de hospitalidad y de alianza, encerraba el pacto sagrado de amistad entre dos personas o dos gentes.

Sagrada, como sagrada es caritas, o hacer del otro tu amigo: como en las tablillas, dos mitades de una misma mano que se unen.

tessera Froehner de http://www.celtiberia.net

martes, 9 de septiembre de 2008

Acróbata



Acróbata, del griego 'akrobatês', compuesto por ákrê, "borde, limite" y batês, derivado del verbo badízô, "caminar". 

Así pues, en un origen un acróbata es alguien que camina por el borde, algo asì como aquellos a los que hoy llamamos funambulistas. 


Todos somos acróbatas algunas veces, cada uno de nosotros se ha visto más de una vez andando por el hilo, desafiando las gravedades de la vida, sin pararse enmedio de la acrobacia porque no hay red.


jueves, 4 de septiembre de 2008

Francisco y Nikos Kazantzakis

La vida de Francisco fue el último testimonio que el escritor griego nos dejó antes de su muerte.

El prólogo que para "El Pobre de Asís" escribió Nikos Kazantzakis me ha llegado como una declaración de amor a lo que estaba haciendo, a lo que aspiraba con sus palabras, a lo que aspiramos. 

El prólogo es breve. Lo traduzco entero:

Si he dejado de lado muchas de las palabras y los hechos de Francisco, y si he cambiado otras, e incluso si he añadido otras palabras o hechos que no fueron pero podían haber sido, no lo he hecho por ignorancia ni por falta de respeto, sino por mi necesidad de acercar, tanto como me sea posible, desde la esencia, la vida y el mito del santo.

El arte tiene este derecho; y no sólo el dereecho, sino también el deber: someterlo todo a la esencia. Se alimenta de la historia, la mimetiza lenta, dolorosamente, y la hace fábula.

Amor y admirción hacia el héroe y mártir me agarraron mientras escribía esta fábula, más verdadera que la verdad misma. A menudo, lágrimas gruesas caían sobre el manuscrito y lo manchaban. A menudo, una mano con una herida eternamente renovada, como si la hubieran traspasado con un clavo, como si la traspasaran eternamente, pasaba por el aire ante mí. Sentía  a mi alrededor, por todas partes, mientras escribía, la presencia invisible.

Porque para mí San Francisco es el modelo del guerrero, que en la lucha más dura y sin final prevalece para cumplir con el más elevado deber del ser humano, aún mayor que la ética y que la verdad y que la belleza: transmutar la materia que Dios le ha confiado, y convertirla en espíritu.



Excomulgado, Kazantzakis, a su muerte, no pudo ser enterrado en campo santo. Su tumba en la ciudad de Heraklion está hecha por dos remos y el siguiente epitafio: "No espero nada / No temo nada / Soy libre".

 

Del capítulo 1 de "El Pobre de Asís"

Más palabras de Kazantzakis. Habla Frate Leone, el compañero de Francisco de Asís:

Yo, Padre Francisco; yo, que tomo hoy, indigno, la pluma para escribir tu vida y tus hechos, era, recuerdas, un mendigo miserable y feo el día de nuestro primer encuentro. Miserable y feo, hirsuto el pelo de la nuca a las cejas, cubierto el rostro de barba, con el miedo en mi mirada; que no hablaba, balaba como un cordero. Y tú, p
ara burlarte de mi fealdad y mi bajeza, me apodaste Frate Leone, hermano León. Pero cuando te conté mi vida, te echaste a llorar, me abrazaste, me besaste y me dijiste "perdóname, frate Leone. Te llamé León para burlarme de ti, pero ahora veo que eres un verdadero león, y lo que persigues sólo un león verdadero se atreve a perseguirlo".

Yo iba de monasterio en monasterio, de aldea en aldea, de desierto en desierto, en busca de Dios. No me casé, no tuve hijos porque buscaba a Dios. Tenía un pedazo de pan y un puñado de olivas en la mano, estaba hambriento y me olvidaba de comer porque iba en busca de Dios.

Se me secó la garganta de tanto preguntar; se me hincharon los pies de tanto caminar. Me harté de llamar a las puertas para mendigar, primero, mi pan; después, una palabra de bondad; y luego, la salvación. Todos se burlaban de mí y me llamaban mendrugo, me zanandeaban, me expulsaban; yo había llegado al borde del abismo, no podía más, empezé a blasfemar, me cansé de todo... Soy un ser humano, después de todo, me cansé ya de andar, de pasar hambre, de pasar frío, de llamar a la puerta del Cielo y de que no me abriera. Y entonces, en el colmo de la desesperación, Dios me tomó de la mano, Padre Francisco, y te tomó a ti también de la mano, y nos encontramos.


jueves, 21 de agosto de 2008

Subterfugio




Image (c) James Booth. Source: http://www.pbase.com/jamesbooth/image/70323450

De origen latino. Subter = por debajo. Fugium, de fugio = huida. Es decir, escaparse por debajo. La imagen latina es lo suficientemente buena. Sobran las palabras.


Un subterfugio no es lo mismo que una mentira. Tampoco una mentira (ni un subterfugio) son una falsedad, ni mucho menos una falacia o un engaño.

Ni que decir que nada de lo anterior es igual que el disimulo, ni una invención, ni una farsa, ni un timo, ni un cuento chino, ni tampoco una quimera, o una desvirtuación (intencionada o no) de la realidad... y mucho menos una manipulación de los hechos.


Sin llegar a mentir, podemos embaucar, falsificar, falsear o (si queremos) también alterar o adulterar la verdad.

Dicen que en la lengua de los esquimales hay setenta palabras para indicar los matices diferentes de la nieve... Ciertamente, el latín es y ha sido siempre lengua de tribunales...




Tagore, The Gardener, 5




La versión inglesa de Yeats. Me impresionó. Lo he traducido al catalán.

No me ha acabado de gustar la experiencia de traducir un texto así: cuando he vuelto a leerlo (el original de Yeats), ya no lo he sentido tan vivo...



***
Estic inquiet, assedegat de coses llunyanes. La meva ànima s’envola, tot desitjant fregar la vora de la subtil distància. Oh, Més-enllà, el so agut de ta flauta em crida. Oblido, oblido sempre que no tinc ales per volar, que estic amarrat a aquest sòl per sempre més.

Estic impacient i alerta, un estrany en terra entranya. El teu alè em ve a trobar, a murmurar-me a l’oïda una esperança impossible. La teva llengua és coneguda pel meu cor com la seva pròpia. Oh, Llunyà-de-buscar, el so agut de ta flauta em crida. Oblido, oblido sempre que no conec el camí, que no tinc el cavall alat.

Estic apàtic, un vagabund en el meu cor. En la calitja de les calmes hores assolejades, com n’és de gran la visió de Tu que pren forma en el blau del cel! Oh, Indret-més-remot, el so agut de ta flauta em crida. Oblido, oblido sempre que les portes són tancades pertot a la casa on visc tot sol.



***
I am restless. I am athirst for far-away things. My soul goes out in a longing to touch the skirt of the dim distance. O Great Beyond, O the keen call of thy flute! I forget, I ever forget, that I have no wings to fly, that I am bound in this spot evermore.

I am eager and wakeful, I am a stranger in a strange land. Thy breath comes to me whispering an impossible hope. Thy tongue is known to my heart as its very own. O Far-to-seek, O the keen call of thy flute! I forget, I ever forget, that I know not the way, that I have not the winged horse.

I am listless, I am a wanderer in my heart. In the sunny haze of the languid hours, what vast vision of thine takes shape in the blue of the sky! O Farthest end, O the keen call of thy flute! I forget, I ever forget, that the gates are shut everywhere in the house where I dwell alone!

martes, 5 de agosto de 2008

La enfermedad del divino Odiseo


Sin duda es una de las figuras más queridas, más seductoras de toda la humanidad, nuestro Ulises, Odiseo, el viajero, el astuto, el divino sufridor.


Homero llama con diversos nombres al héroe: "polymêchanos", el de múltiples engaños; "políporos", el de muchas salidas; "polýtlas", el que pasa por muchos sufrimientos...


En Odiseo, todo es "poly-", todo es múltiple, mucho, vario... Nada es suficiente para este héroe que tardó diez años, conoció todas las costas y dio la vuelta al mundo conocido para volver a su casa.


Ulises anda perdido por el mundo, insaciable de novedad. Perdido hacia afuera, entre cíclopes, mujeres y dioses; insaciable también su ingenio, su curiosidad, su única arma y su eterna huida. Su manera de ganar las batallas nunca es directa y nunca heroica... lo convencional, lo heroico, lo directo, no son para Ulises. Incluso quien escucha sus sufrimientos lo hace con una sonrisa en los labios, esta misma sonrisa que el viejo truhán arranca de todo aquél que, desde el inicio hasta hoy, lo acompaña en su viaje.


La fantasía de Ulises es inagotable, como sus recursos, y tan absorvente, que lo atrapa a él mismo y a quienes están a su alrededor. Quiere volver a casa, sí. De verdad, esto es lo que quiere; pero ¿qué dios infuriado se le ha puesto en contra, obligándolo a navegar, navegar siempre, y llevar a los suyos de puerto en puerto, de aventura en aventura, en un viaje siempre nuevo, siempre excitante... y siempre en pos del regreso?


Y regresa, sí, pero regresa solo: ha perdido a todos sus compañeros por el camino. Los primeros, víctimas del castigo divino por haber profanado las vacas del dios Sol. Algunos, devorados por el cíclope al que él se acerca; otros, convertidos en animales por una maga encantadora. Unos más, ahogados en naufragio, causado por su empeño por cruzar los escollos de las Caribdes...


Detrás de Ulises, quedaron su hijo y su esposa, esperando, armados sólo de esperanzas, el regreso de aquél hombre, el único hombre, que habían conocido,


...y que en aquel momento, vive víctima inocente de un hechizo de olvido con el que otra maga, Calipso, le ha capturado... hasta que finalmente puede más el hastío por su feliz inactividad que los poderes de la ninfa siempre joven.


... Y dicen que Odiseo, habiendo regresado a casa y recuperado su trono, tras una corta estancia en Itaca, dejó de nuevo a su paciente esposa, volvió al mar, a su medio, y de allí, tal como había predicho el adivino Tiresias, le sobrevino la muerte.
Imagen: Claude Lorrain, "Départ d'Ulysse du pays des Phéaciens". Paris, Louvre

viernes, 1 de agosto de 2008

Cambiar

'Cambio' es una palabra difícil de trazar. Tal vez, porque el cambio está tan íntimamente tejido con el mundo que es imposible salirse de él y ver de donde viene. Siempre está, siempre se ha dado y sin él nada sería algo. Es la única constante - a veces puede parecer, la única verdad.


"cambium" nos da cambiar, canvi, changer, to change, etc. En España, "cambio" nos vino de los franceses, como tantas cosas en nuestra historia...
Y aquí se acaba el trazado seguro: ya no podemos trazar un camino hacia atrás en línea recta...


Algunos defienden que 'cambium' en latín proviene de una raíz gala, *cambion. Esta raíz es a su vez oscura, difícil de trazar...


Puede remontarse a la raíz *kamb- que ha dado frutos en lenguas indoeuropeas. *kamb- significa torcido, torcer... ¿Hacer un giro, un cambio? Lo curioso es que aquí también se pierde la pista...El mismo *kamb- es misterioso, porque su estructura (con una /b/, una /a/ en su cuerpo) no parece ser originaria de las lenguas indoeuropeas, sino un préstamo de un sustrato más antiguo.


Sea como sea, *kamb- estaba allí desde el principio. Es oscuro, torcido, y va más allá de la memoria de lo que es.


Así también, el cambiar siempre ha estado allí, y nos es tan íntimo que es imposible de ver hasta que ha dejado de serlo.


lunes, 21 de enero de 2008

Texto

Imagen: mek.oszk.hu/02400/02497/html/o.htm

Palabras:

‘Rapsoda’, griego rápsodos, formado por ráptô, "coser" y ôdê (aoidê), "canto", es decir, “coser un canto”.

‘Texto’, del latín textus, participio de tego, “tejer” – podríamos hablar de la “textura” de un texto escrito…

Si nos remontamos más en su raíz, la palabra latina tégo, que significa también “construir”, proviene de la raíz indoeuropea *teg-, de la que desciende, en griego, teúchô. De aquí: téchnê, “arte” o en derivado, “técnica”. Téchnê es, literalmente, el “arte” de construir algo.

Construir (o tejer) un texto es un arte en el sentido antiguo de la palabra – más cercano a significar “oficio”. Es algo que aprendemos a hacer, y como un buen oficio, es un aprendizaje que puede durar toda una vida.

Los rapsodas cosían entre sí las palabras y las fórmulas de los poemas, tejiendo tapices como el que Penélope hilaba y deshilaba a la espera del retorno de su Odiseo.

jueves, 17 de enero de 2008

Etimologia

del griego étymos ("verdad") y légo ("decir"); es decir, "decir la verdad", o, mejor "lo que de verdad nos dice". En cierto modo, buscando etimologías, a menudo nos estamos preguntando "¿Cuál es la verdad en esta palabra?" - como si las palabras, igual que las ostras, tuvieran que contener una pequeña perla de la gran verdad...
La verdad no está en las palabras, y muy a menudo su sentido se ha desvinculado de su origen: de aquello que originalmente indicaron. Pero aun así, las palabras son como los cajones viejos: el que rebusca en ellas se encuentra a veces con un pequeño objeto de sentido, con una antigua relación que las personas dejamos atrás. Y muy a menudo, estos pequeños hallazgos son, si no verdaderos, hermosos.

Foto: www.yale.edu/anthro/biolab/pages/drawer_JPG.htm

miércoles, 16 de enero de 2008

Desierto

Desierto, del latín de-sertum, muy posiblemente "[tierra] no sembrada'.

Esta palabra nos recuerda la fuerte relación de las primeras poblaciones indoeuropeas con la agricultura: la gente se movía a aquellos parajes en los que se podía sembrar para procurarse el sustento. Que un paraje que no estuviera sembrado, en la cabeza de nuestros antepasados, automáticamente se igualaba al hecho de que no estuviera habitado.

Hasta los días de nuestros abuelos, la vida del campo era parte de nuestra manera de ver el mundo y de entender la sociedad. Hoy, en las grandes ciudades indoeuropeas, la agricultura ha desaparecido: ha sido sustiuída por la comunicación. Aún así, el "desierto" no se ha desvanecido, sinó que se hace presente - ya no como algo "estéril", "donde no se ha plantado", sino más bien con un significado de "silencio".